La hemos armado gorda. Desde que que mi amiga Justina (que viene de Justa) ha leido que eso de darle alguien algo no apto para el consumo humano no implica necesariamente la comisión de un delito, no para de contar a todos los que la quieran oir, que le lleva dando a su marido unos polvos matarratas que no son aptos para el consumo humano pero que como ya no es delito, ella tan campante. Total, a lo más, una faltita administrativa de nada.
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