Y es que somos unos desmedidos. O nos pasamos o no llegamos. Eso es lo que paece que piensa un veterinario, JON ARRUTI OLAZABAL, en una reflexión muy interesante sobre como se gestionan las epidemias en el mundo animal y lo absurdo que sería si fueramos igual de rigurosos en el caso de epidemias en humanos.
Que pasa en el caso de enfermedades como la lengua azul, que para nada afecta al ser humano y, en el peor de los casos, mata algún animal?
Pues esto es lo que tendríamos que hacer si aplicaramos las mismas medidas a los humanos:
La primera medida sería poner en cuarentena a toda la población en sus casas. Si alguien quiere desplazarse deberá llamar al médico, extraer sangre, mandar la muestra al laboratorio, y si el resultado es negativo, y después de que el médico supervise en persona que dicho paciente no manifiesta síntoma alguno, emitirá un certificado para la persona que desea trasladarse, otro para acompañar a la documentación del vehículo, otro para el vecino que se visite, otro se quedará el médico y el último se entregará en Osakidetza. Así, en caso de un positivo, actuaríamos de manera rápida y eficaz. Eso sí, los costes serían subvencionados por la administración en un 90%.
La segunda medida abarcaría la desinfección de todas las personas y sus vehículos en centros de desinfección homologados y por personal autorizado. Desde dicho centro se emitiría un certificado de desinfección para la persona que se desplace, otro tendría que acompañar a la documentación del vehículo y un tercero sería para la persona que se visite, además de la copia que el propio centro se quedaría por si hubiese una inspección comunitaria. Igualmente, en este caso también los costes serían subvencionados por la administración en un 90%.
La tercera medida sería vacunar anualmente a toda la población, sea población de riesgo o no, para que las personas sin riesgo no actúen como incubadoras y transmisoras. El personal sanitario vacunará a domicilio y emitirá el correspondiente certificado para la persona vacunada, otro para Osakidetza, y se guardará una tercera copia. Aunque la vacuna esté aún en fase de desarrollo y sin experimentar con total garantía, la población no tiene por qué alarmarse puesto que siempre habrá un colectivo de médicos, farmacéuticos y laboratorios que justifiquen que la vacuna no tiene consecuencias negativas comprobadas hasta el momento. En este caso, la administración sanitaria asumiría el coste íntegro de la vacunación.
En fin, que somos como animales, pero diferentes. Menos mal.
Que pasa en el caso de enfermedades como la lengua azul, que para nada afecta al ser humano y, en el peor de los casos, mata algún animal?
Pues esto es lo que tendríamos que hacer si aplicaramos las mismas medidas a los humanos:
La primera medida sería poner en cuarentena a toda la población en sus casas. Si alguien quiere desplazarse deberá llamar al médico, extraer sangre, mandar la muestra al laboratorio, y si el resultado es negativo, y después de que el médico supervise en persona que dicho paciente no manifiesta síntoma alguno, emitirá un certificado para la persona que desea trasladarse, otro para acompañar a la documentación del vehículo, otro para el vecino que se visite, otro se quedará el médico y el último se entregará en Osakidetza. Así, en caso de un positivo, actuaríamos de manera rápida y eficaz. Eso sí, los costes serían subvencionados por la administración en un 90%.
La segunda medida abarcaría la desinfección de todas las personas y sus vehículos en centros de desinfección homologados y por personal autorizado. Desde dicho centro se emitiría un certificado de desinfección para la persona que se desplace, otro tendría que acompañar a la documentación del vehículo y un tercero sería para la persona que se visite, además de la copia que el propio centro se quedaría por si hubiese una inspección comunitaria. Igualmente, en este caso también los costes serían subvencionados por la administración en un 90%.
La tercera medida sería vacunar anualmente a toda la población, sea población de riesgo o no, para que las personas sin riesgo no actúen como incubadoras y transmisoras. El personal sanitario vacunará a domicilio y emitirá el correspondiente certificado para la persona vacunada, otro para Osakidetza, y se guardará una tercera copia. Aunque la vacuna esté aún en fase de desarrollo y sin experimentar con total garantía, la población no tiene por qué alarmarse puesto que siempre habrá un colectivo de médicos, farmacéuticos y laboratorios que justifiquen que la vacuna no tiene consecuencias negativas comprobadas hasta el momento. En este caso, la administración sanitaria asumiría el coste íntegro de la vacunación.
En fin, que somos como animales, pero diferentes. Menos mal.
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