Mente dividida

Vaya por delante una declaración de principios para que nadie piense, suponga o presuponga lo que no es.

La enfermería, en pleno siglo XXI, tiene una serie de actividades que le son innatas y para poder hacer frente a su actividad debe tener todos los recursos necesarios para poder lograrlo. Si para ello debe poder prescribir, pues que prescriba.

Además debe de tener una serie de actuaciones enmarcadas en una serie de protocolos en las que puede y debe tener un papel determinante. Para ello, asimismo, se le deben de dotar de los elementos necesarios para poder lograr esos fines enmarcados en el ámbito de la protocolización.

A partir de aquí, como a los demás. Obligación de dejar constancia en la historia clínica de sus actividades y de sus razonamientos y asumir sus responsabilidades como profesional.

Tras esta rotunda declaración, paso a examinar la mente dual del Sr González Jurado. Máximo (y no porque se llame así, sino por ser la cabeza más visible en la reivindicación de la prescripción enfermera) valedor de que la enfermería asuma los nuevos roles que los tiempos la deparan, ha luchado y lucha por la prescripción enfermera y por potenciar su papel. Perfecto.

Pero cuando le interesa, se pone tiquismiquis y dice que la enfermería está prescribiendo la vacuna de la gripe A sin soporte legal. Y ahí es cuando me enciendo.

Nos limitamos exclusivamente a pacientes incluidos en los grupos de riesgo señalados en los protocolos de actuación elaborados por las autoridades sanitarias. Llega el paciente en cuestión a ponerse la vacuna, supongamos que es diabético, la enfermera abre su historia donde se lee claramente que es diabético, y le pone la vacuna. Pues bien, para este señor, eso es ilegal.

Primero: eso no es prescribir, sino aplicar un protocolo diseñado por la autoridad sanitaria. Por tanto no entiendo su miramiento ni este discurso victimista que parece dar a entender que la enfermería no tiene capacidad (intelectual?) para abrir una historia y mirar si tiene un episodio incluido en los grupos de riesgo protocolizados. Si el paciente, efectivamente, no está en esos grupos, lógico es que se derive a su médico para valorar individualmente el caso, pero sólo en esta circunstancia.

Así que este señor quiere tener responsabilidad y un nuevo rol, pero a la hora de la verdad se la coge con papel de fumar.

Lo dicho: Mente dividida o mejor mente interesada según sopla el viento.