
La medicina moderna se ha desorientado por culpa de la fascinación tecnológica, la comodidad indolente de la hiper-especialización, y la insensata tendencia a conceder prestigio a lo molecular en detrimento de lo profesional.
Esta misma ola se ha llevado por delante el papel central que debería haber jugado la atención primaria en la medicina moderna; no sólo la ha relegado a un papel secundario, sino que ha introducido de forma insidiosa la fantasía de especializarse y acceder a procedimientos y tecnologías fascinantes: en vez de ser directores de orquesta, que es lo que deberían de ser, algunos desesperanzados creen que la salida está en aprender a tocar diversos instrumentos.
Casualidades de la vida, ha sido profesor mío en el master que recién terminé, y hoy le he encontrado de rebote en el blog http://buengobiernosns.blogspot.com/
ResponderEliminarque hace a medias con Freire y de los que me acababa de hacer seguidor.
Pequeño mundo, el nuestro ;-)
Un abrazo
Ramón
Muy apropiado el símil con la orquesta y su director. Totalmente de acuerdo con que el medico general tiene que ser el director de orquesta y aunque a un director le conviene conocer más de un instrumento, su papel no debe ser el de un instrumentista, debe asegurarse de que la orquesta funcione como tal, toque lo que pone la partitura y no haya músicos que tengan tentaciones de hacer solos por su cuenta, por muy virtuosos que sean.
ResponderEliminarMafalda