
En el caso de Nicolás Guerra, está claro que le han aplicado el punto nueve del decálogo que dice:
9- CONTRATO DIRECTIVO PARA UNA GESTIÓN ESTABLE Y PROFESIONALIZADA
Los directivos deben tener un contrato por tiempo determinado, en el que se debe establecer un mecanismo formalizado y transparente para la eventualidad de un cese antes de finalizar el mismo. Estos ceses serán siempre motivados y decididos, o en su caso informados, por el órgano colegiado de gobierno del centro sanitario. Los dictámenes del órgano de gobierno, serán accesibles a cualquier institución social representativa.
Estos procedimientos buscan aumentar la estabilidad de los directivos para que sean factibles proyectos de gestión y cambio institucional más dilatados y menos vulnerables a alternancias políticas, siempre bajo la supervisión del órgano colegiado de gobierno. Cuando se establece que el cese de directivos tiene que guardar relación con factores objetivables del desempeño, estamos: aportando estabilidad institucional, creando incentivos para un comportamiento eficiente, favoreciendo la selección progresiva de los mejores, consolidando mecanismos de aprendizaje y desarrollo directivo, y haciendo identificable la responsabilidad social corporativa de la organización.
Y en consecuencia te ceso fulminantemente.
¿Y quienes son los autores de esta joya, hace 5 años?. Pues el trio calavera: Freire, Repullo y Oteo, el trio la-la-la del Instituto de Salud Carlos III. En el caso de Freire, suponemos que nos lo aplicará en el futuro Buen Gobierno de Osakidetza y que se mencionará el caso actual como un ejemplo de pésima gestón de un problema.
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