El otro día a mi amiga Amparo, el bestia de su novio le dio un paliza de muerte en un céntrico parque de la ciudad. Al margen del despreciable hecho en sí, de lo que mas rabiosa estaba mi amiga es que todos los que pasaron por allí, miraron para otro lado y si no lo hubieran hecho, por lo menos estaría algo menos dolorida.
Ya me temía yo que eras tú. Y con ganas. Dales fuerte, Lis.
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