Versión 1:
El hombre más sabio que jamás conocí, Fermín Romero de Torres, me había explicado en una ocasión que no existía en la vida experiencia comparable a la de la primera vez en que uno desnuda a una mujer. Sabio como era, no me había mentido, pero tampoco me había contado toda la verdad. Nada me había dicho de aquel extraño tembleque de manos que convertía cada botón, cada cremallera, en tarea de titanes. Nada me había dicho de aquel embrujo de piel pálida y temblorosa, de aquel primer roce de labios ni de aquel espejismo que parecía arder en cada poro de la piel. Nada me contó de todo aquello porque sabía que el milagro sólo sucedía una vez y que, al hacerlo, hablaba un lenguaje de secretos que, apenas se desvelaban, huían para siempre.
Versión 2:
Los recuerdos de ese día eran confusos. Prevalecía sobre todos el olor a vómito de mi camisa. Del resto sensaciones imprecisas. !Estábamos tan borrachos!. Recuerdo que al día siguiente tuve que ir a una farmacia para comprar una píldora del día después porque ninguno de los dos sabia a ciencia cierta que pasó con el condón.
Espero acordarme mejor de la segunda vez
Daniel Sempere
Versión 2:
Los recuerdos de ese día eran confusos. Prevalecía sobre todos el olor a vómito de mi camisa. Del resto sensaciones imprecisas. !Estábamos tan borrachos!. Recuerdo que al día siguiente tuve que ir a una farmacia para comprar una píldora del día después porque ninguno de los dos sabia a ciencia cierta que pasó con el condón.
Espero acordarme mejor de la segunda vez
La Chula de Mostoles
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