Estaba yo preocupada por esto de la penuria económica y los anuncios que nos envía el Sr Bengoa de que hay que apretarse el cinturón y de que hay que cambiar de chip. Pero en esto, he visto la luz. La solución está clara y los problenmas ya no serán tales. Una voz sindical me ha aportado paz al espíritu y clarividencia en las acciones. Mañana será otro día. Mañana seré feliz
El Departamento de Sanidad de Navarra ordenó hace unos días (11 de Marzo) la suspensión total de las contrataciones en Osasunbidea, su Servicio de Salud. La consigna fue tajante: Bloqueo de nuevos contratos, no enganchar a los MIR que terminan la especialidad, y paralización de cualquier contratación para suplir ausencias reglamentarias (bajas, vacaciones, permisos ……). Hay que bajar el gasto como sea –dijeron- y se pusieron manos a la obra, más bien la emprendieron a manotazos y ¡claro! han terminado destrozando la vajilla …… y todo esto para nada, porque la escandalera ha sido tremenda, y a los pocos días han tenido que dar marcha atrás. Ahora dicen que se trata de “controlar mejor”.
Algunos, no sólo en Navarra, están empeñados en tratar al sistema sanitario como una mercancía más, olvidando que se trata de un servicio público esencial. Por eso, precisamente, no se puede actuar con esa alegría y meter la tijera en el primer sitio que viene a mano. La negativa a contratar personal, a sustituir los ausentes, supone, lisa y llanamente, un recorte en los servicios; son personas que quedan sin atender o que lo son a toda prisa, por profesionales agobiados; son tratamientos demorados, listas de espera mayores….
Esta política no es –por supuesto- privativa de Navarra; tienta a todas las administraciones sanitarias sin excepción. Algunos signos y síntomas de Osakidetza orientan hacia el mismo diagnóstico (penuria financiera) y hacia la misma terapia de recorte y restricción. Resulta sencillo y cómodo para los dirigentes políticos, disminuir gasto en personal, escamoteando a la opinión pública, al mismo tiempo, las consecuencias que se derivarán de esa restricción. Se anuncia a bombo y platillo que la atención y los servicios no se van a resentir, y cuando el público se enfrente al día a día, ya dirigirá sus iras –calculan- hacia los facultativos, que para eso somos los “pringaos” en primera fila.
Basta de ponerse medallas cargando el peso en los profesionales sanitarios; si nuestros políticos juzgan imprescindible el recorte y lo vamos a pagar, como siempre, los de a pie, que tengan, al menos, la valentía de decirlo claramente y enfrentar las consecuencias políticas y electorales que se deriven.
Lo veis. Está clarísimo. Todo solucionado. Concreción, posturas claras, pecho fuera, con voz firme, que se acojonen.
Me imagino al Esteban Ruiz partiendose la caja con tan amenazador documento. No podrá dormir en toda la noche. "Cagao" de miedo el hombre
!Menos mal que nos quedan los sindicatos!